A mí me duele mi país horrendamente y no sé por dónde empezar.
Escuché un relato de una persona que había sido
asaltada.
Todo mundo concordó: "Lo bueno es que no te pasó nada.", "Lo
mejor es entregarles todo, uno nunca sabe qué pueda pasar", "Qué bueno
que no te lastimaron", "Las cosas materiales se reponen, pero si le pasa
algo a uno..." Pensé como estas posturas, estas ideas, son una especie
de reflejo de nuestra actitud ante los sucesos por los que atraviesa el país.
Hace unos años, por ahí del 94, el discurso respecto a la
situación era parecida a las opiniones dilapidadas en la
plática esta. Yo escuché a gente decir "Estamos jodidos, pero al
menos vivimos en paz", "Estamos pobres, pero podemos caminar en la
calle" y bueno, es claro que las cosas no son así en muchos lugares del
territorio nacional.
Los asaltos de la epoca navideña se disparan y mi madre me recomienda que
si me llega a pasar, no me resista, pero últimamente estoy tan enojada y
reacciono de tan mala manera que espero que nadie se atreva a acercarse a
mí... porque es posible que le reviente en la cara todo lo que traigo a cuestas.
En terminos generales no me parece razonable que me se quieran chingar deliberadamente mis cosas... porque me levanto
todos los días a trabajar para lograrlo en la vida, pago un chingo de impuestos -que no entiendo bien dónde están-... y me arden los
ojos y estoy llena de agobios que me despiertan a media noche y he empezado a consumir café de manera
regular, cuando yo era una persona que lo lograba todo a base de té e
infusiones.
Me siento igual respecto a todos nuestros recursos naturales (petróleo, litorales, mares, etc) . Y lo mismo con los impuestos. Me parece muy violento
que tener que mantener a una bola de hijos de puta que están
vendiendo los recursos naturales del suelo donde nací. Ellos no trabajan
por mí, ni por ti, ni por nadie. Yo no los elegí y alzé la voz y caminé kilómetros y kilómetros
junto con muchas otras personas horrorizadas -por el futuro que nos
deparaba- para detenerlos antes de que llegaran a donde están.
Y mira nada más.
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Cuando era estudiante, adoraba estar en el taller de Radio. Y mi Maestra Juliana, que me amaba, me explicaba como hace 30 años tenías que ser una persona muy culta y mágica para ser locutor. Y de repente nos envolvíamos en discusiones muy locas donde su experiencia dominaba sobre mi tripa pero nunca me hizo cambiar mi postura. Me decía: "No sabes lo que dices, es una cosa horrenda lo que dices". Yo siempre sostuve que lo que a este país le hacía falta era embarrarse de sangre y enterrar muchos hijos antes de entender cómo el poder está en sus manos.
Pasaron unos años y se embarró de sangre el país y unos cuantos hijos fueron enterrados en narcofosas y nadie dice su nombre y no importan porque no existen y en la guerracontraelnarco (whatever that means) eres narco o daño colateral y ya se nos olvidó y nada cambia porque todos los que se murieron se lo merecían -por que sí o por estar en el lugar equivocado a la hora equivocada- y qué chido (not).
Se me han estado apilando las injusticias enfrente de los ojos. Me duele Ernestina Ascencio, me duele Paulette, me duele la Guardería ABC, me duele Rubí y me duele su madre Marisela. Mientras se me acumula la injustica atraviezo por un trance muy raro, como cubierto con un velo de pesadilla desde el 1 de diciembre del año pasado. Me duelen todos ellos -como cuando te duelen los huesos de una mano- lo hacen cada día y me doy cuenta de que no va a caducar.
Desde mi trinchera hago lo que puedo, llena de impaciencia de que al resto de la banda, de la clase media o lo que sea, le arda todo un poco de lo que me arde a mí.
Luego hubo esperanza. Vino la Primavera Mexicana y conocí mucha banda de todo el país avida de cambios profundos y dispuestos a trabajar por ello. Caminé al lado de personas de estratos socioeconómicos que generalmente no van a marchar. Y sentí en serio que algo podía cambiar.
Desde mi privilegiada posición (considerablemente más privilegiada que los millones de mexicanos que están en pobreza) donde tuve la oportunidad de estudiar en la Universidad (que el pueblo pagó) no me puedo hacer pendeja y pasar de todo esto. La miseria me ha soplado un viento frío y hediondo directo en los ojos y de verdad no sé cómo voy a mantener la cordura si las cosas siguen así. No se puede el equilibrio, no se puede la justicia -para nadie, por ningún medio- y no se puede seguir así. Yo,al menos, reconozco francamente espantada que no puedo.
Me siento perdida porque todo es como una especie de afrenta en contra mía. Estoy escandalizada con la apatía de la gente y espero una especie de Call to Action para hacer mi parte en el drama de cambiar el rumbo de este país.
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Desde que pasé por el cerco al senado el ruido de las vallas metálicas siendo golpeadas con piedras y cucharas, con las manos y con los pies del pueblo en desacuerdo -con aquellos quienes privatizan a la patria, en lugar de privatizar a la puta que les parió- se me atoró ese retumbe en el corazón.Y con muchísima vergüenza pensé en todas las luchas que otros hombres y mujeres de otros tiempos libraron para que el futuro estuviera más padre. Y no. No lo está.
Dan las 6 de la mañana y suena el himno en la radio. Un soldado en cada hijo te dio, dice. Un soldado en cada hijo te dio.